El corazón del Caserio de Güíme, lo que hoy se conoce como las estancias Adela, fue construido en la segunda mitad del siglo XVIII por Pedro Bermúdez, un rico agricultor lanzaroteño que destinó el inmueble a vivienda de los medianeros que trabajaban en sus tierras. Su hijo y heredero José fue el responsable de la ampliación del edificio, con la construcción del área dedicada por su actual restaurador a su abuela Cristina. Juan Vicencio Bermúdez, en los albores del siglo XIX, añadió establos y finalizó la expansión de la casa, que mantiene su estructura arquitectónica desde entonces prácticamente invariable. Tan sólo fue modificada una parte de los establos, cien años después, para ser convertida en bodega y vivienda, a la que se ha dado el nombre de Luisa.